Mikel Idoate, del Blanco al Negro

Os dejo esta entrevista realizada por Diario Vasco, a costa de mi nueva vida en el mundo empresarial.

No es fácil adaptarse a los cambios bruscos, en mi caso del deporte profesional a liderar un proyecto empresarial. No obstante, aprovechar los conocimientos y experiencias que te vindra el deporte de alto rendimiento es una ventaja competitiva al a hora de emprender cualquier proyecto.

https://www.diariovasco.com/deportes/pelota/201706/08/mikel-idoate-blanco-negro-20170608001504-v.html

Os dejo esta entrevista realizada por Diario Vasco, a costa de mi nueva vida en el mundo empresarial.

https://www.diariovasco.com/deportes/pelota/201706/08/mikel-idoate-blanco-negro-20170608001504-v.html

Mikel Idoate ha dado un giro radical a su vida. El año pasado tuvo que abandonar la pelota por culpa de un mal de manos después de seis temporadas como profesional. No tiró la toalla, al contrario. Se embarcó en una aventura profesional como gerente de una empresa funeraria y, poco a poco, está recogiendo los frutos de su esfuerzo. Es feliz en su nuevo trabajo. Se siente realizado. «Acabé la carrera de Derecho en 2014, justo cuando me lesioné en la mano izquierda, pero nunca pensé que podía llegar a ejercer como abogado. Me considero un emprendedor, una persona muy movida. Sabía que mi futuro iría encaminado al mundo de la empresa. Conocí a varias personas con experiencia en el sector funerario y me gustó el proyecto», comenta.

Idoate lleva la gerencia de la empresa Izarra, un proyecto que salió a la luz en octubre de 2016. Tiene a su cargo siete personas y un discurso muy bien aprendido. «Nuestra forma de entender la vida y la muerte es completamente diferente a la de otros servicios funerarios. Se tiende a identificar a la muerte con algo lúgubre, pero no es así. Creemos que forma parte de la vida, debe ser algo natural. Puede ser dura, triste, pero también alegre», proclama.

 

La empresa cuenta con un tanatorio en el centro de Pamplona y velatorios en el barrio de La Chantrea, de donde es natural el propio Idoate, Etxarri y Altsasu. El Baztán y la Ribera navarra son sus próximos focos de expansión, aunque no descartan en un futuro el desembarco en Euskadi. Sus coches fúnebres son de color blanco y en sus instalaciones predominan los espacios diáfanos y la luz natural. Una de sus máximas es el arraigo con las personas mediante un trato cercano y personal.

 

«Nunca olvidaré mi despedida como pelotari en el Labrit»

En primera persona

Idoate colgó definitivamente el gerriko en una fecha señalada para todos los navarros y pamploneses en particular, el 7 de julio, en el Labrit de Pamplona. «La víspera nos fuimos pronto a la cama y al día siguiente almorzamos juntos en casa toda la familia y los amigos antes de ir al frontón. Fue muy emocionante y bonito a la vez. Nunca lo olvidaré, menuda juerga nos cogimos. Es día fue un regalo que me dio la empresa y también la pelota. ¿Triste también? No creas. Tristes han sido otros días, como cuando tienes que tomar la decisión de dejarlo. Lo hice público en la concentración anual de los pelotaris de Asegarce en Zumaia, pero la decisión la había tomado antes tras visitar a un especialista en Santander. Me dijo claramente que no podía seguir jugando más a pelota. Hablé con la empresa y rescindí el contrato. Asegarce se portó muy bien conmigo, me quité un gran peso de encima al decirlo. No he vuelto a tocar pelota, alguna vez lo he intentado con los amigos y he tenido que dejarlo. Sigo haciendo deporte a diario y, curiosamente, eso me ha permitido jugar a tenis. Siempre ha sido mi gran pasión».

 

La decisión más difícil

Idoate tuvo que abandonar la pelota el año pasado después de seis temporadas como profesional. Recuerda perfectamente el día del debut. «Fue el 5 de marzo de 2010 en Barañain. Fue el día que más nervioso he estado en mi vida, pero todo salió bien y disfruté muchísimo», recuerda con cierta nostalgia. Pero su esperanzadora carrera como pelotari se truncó definitivamente por culpa de un mal de manos. «Tenía desecho el tejido subcutáneo, lo que protege la mano, una especie de almohadilla. He hecho todo lo que podido y más para volver a jugar a pelota, pero no ha sido suficiente». Hecha de menos muchas cosas, entre ellas «la sensación que te queda después de un buen partido, de una gran victoria. Eso no se puede comparar con nada en la vida. También el ambiente en el vestuario con los compañeros, antes y después de los partidos. Y, sobre todo, jugar en el Labrit, donde me he sentido muy a gusto siempre».

Añora también el Manomanista, donde obtuvo sus mayores logros a pesar de no poder ganar disputar una final. Se quedó tres veces a las puertas. «Estoy satisfecho de lo que he conseguido como pelotari. Se me ha quedado la espina clavada de que con 24 años, en mi mejor momento, se acabó todo. No sabes hasta dónde pudiera haber podido llegar».

A sus 27 años, sigue ligado a la pelota como comentarista de la cadena Mega. «La generación de Irujo, Xala, Titín, Gonzalez, Barriola, Pablo, Aimar, Oinatz es inigualable, pero los jóvenes también son muy buenos. Irribarria ha sido una revolución, puede marcar una época. Altuna también me encanta, es capaz de levantarte del asiento».

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